viernes, 10 de junio de 2016

I Hazme sentir vivo



I
No recuerdo este sitio, nada me es familiar, trato de encontrar la salida pero no veo ninguna, estoy encerrado en una sala con cuatro paredes de ladrillos, miro hacia arriba de una de ellas y no tiene fin; pasan varios minutos y comienza a crecer un sentimiento de angustia en mi interior, con todo el mayor esfuerzo intento controlar mi respiración, necesito algo liso para apoyar mis manos, pero lo único que veo son ladrillos por todos lados, me acerco a la pared que tengo enfrente y comienzo a deslizar mis manos por aquella pared de textura carrasposa, una y otra vez, a los quince minutos mis manos comienzan a sangrar, miro la palma de mi mano derecha y veo como la piel cuelga de ella, dejando ver la carne, sin saber por qué, sigo pasando las manos de arriba abajo por aquella pared, de un momento a otro estas comienzan a moverse de un lado a otro, dejo lo que estoy haciendo ya que comienzo a escuchar voces, son horribles, hablan en idiomas que no conozco, de repente veo una silueta negra acercándose a mí, no se ve nada solo es una silueta y aunque no puedo ver si es hombre o mujer se siente que es una mujer, no sé como pero lo sé, y también puedo decir que es hermosa, aun sin poder ver más allá, ella se acerca a mi susurrando cosas que no alcanzo a entender, mi pulso comienza a acelerarse cuando noto que viene hacia a mí y de repente a una velocidad inexplicable queda a escasos centímetros de mí, mi respiración se va, se me es difícil hacer dicha acción, de un momento a otro la silueta en la parte de la cara pasa de ser negra a tornar un color de piel y sin pensarlo, varias caras se muestran en aquella silueta, caras de niños, mujeres, hombres e incluso puedo decir que demonios, al final solo queda la cara de una mujer hermosa que me mira tranquilamente, mi respiración comienza a volverse normal y cuando creo que todo ha terminado, su boca se abre demasiado dejándome ver muchos dientes pequeños, filudos y de un momento a otro se lanza hacia a mi cara y puedo sentir como mi piel es devorada lenta y dolorosamente, trato de gritar pero mi lengua es devorada.

Despierto con el corazón a punto de salir de mi pecho, sudando y con mi cuerpo temblando, me siento en la cama, agarro el celular que se encuentra en la mesa de noche veo la hora y son las 2:58 am, lentamente y cómo puedo me dirijo al cuarto de baño, enciendo la luz, me miro en el espejo que a la vez es un estante, notando que estoy más pálido de lo común. Abro aquel estante y saco cuarto tarros con pastillas, lleno de agua el vaso que está en el lava manos y procedo a ingerirlas. Pongo otra vez las cosas en su sitio y me vuelvo hacia la cama ya un poco más calmado.  

-¿Hasta cuándo voy a estar así? ¿Cuándo dejare de tener pesadillas? ¿Hasta cuándo estaré así de jodido?- pregunto susurrando para mí mismo tratando de mantener la calma, o sino la cosa se pondrá muy fea. 

Enciendo el ventilador puesto que empiezo a sentir un calor sofocante, tanto así que podría morir, me acuesto y trato de mantener pensamientos serenos, comienzo a imaginar cosas que quisiera poder hacer, si fuera una persona normal, y mientras divago entre pensamientos voy quedándome dormido.

Despierto al medio día con ganas de no hacer nada en toda la jornada pero lamentablemente tengo que ir a la cita con el doctor Bartram, con la flojera más grande del universo pongo mis pies en el suelo y enseguida me lamento, el suelo están tan helado que de una me comienzan a dar cólicos, maldigo en mis pensamientos, casi siempre me pasa lo mismo, tengo las chanclas al  frente y siempre toco el suelo, como si no estuvieran allí.

Camino aun descalzo hasta mi armario y agarro una camisa de manga larga con capucha de color gris, mis jeans negros con uno de mis bóxers color blanco y me dirijo al baño, me ducho con agua tibia, al salir de la ducha y secarme me puse mi ropa y agregue mis zapatillas color gris, me cepille y después fui a la sala por mi chaqueta de cuero color negro la cual me coloco y mi maletín de una sola cuerda también de color negro.

Al cerrar la puerta detrás de mí, levanto la mirada viendo lo hermoso que es el cielo cuando esta gris y triste, bajo las escaleras de la entrada y me dirijo a la parada del autobús, espero unos cuantos minutos y cuando comienza a caer unas cuantas chispas de agua el transporte llega, me subo, pago al chófer y me siento en los últimos puestos, iba a sacar mi celular para escuchar música, pero al instante me acorde que el audífono derecho se ha dañado y maldijo al ser que todo lo ve, acto del cual me arrepiento de inmediato.


A unos metros comienzo a ver el hospital, es un castillo de ladrillo muy hermoso e intimidante, al estar casi al frente le aviso al chófer que hasta aquí es mi destino, el autobús para y abre sus puertas para mí, bajo las escaleras y toco el suelo, procedo a caminar hasta el puente arqueado que es lo que hace que podamos entrar al hospital, puesto que hay un lago debajo que impide llegar seco al hospital, no sé si me entienden, al pasar por aquel puente veo a una chica algo atareada con una caja grande y cartones sobresaliendo de esta, sin importarme paso al lado de ella y ni me paro a tenerle la puerta para que pueda entrar, me paro frente al ascensor que me lleva a la sala de espera de las oficinas del área de pacientes con problemas mentales, me subo al ascensor y doy la vuelta viendo la entrada donde veo a la chica entrar como puede y antes de cerrarse las puertas del ascensor veo como maldice en voz baja y de repente la caja se le cae y suena algo de vidrio romperse y con eso las puertas del ascensor se cierran.

Llego al quinto piso y voy directo donde la secretaria, esta ni siquiera se toma la molestia de preguntarme mi nombre.

-Buenas tardes joven Gonzalo, el Doctor lo está esperando, ya puede pasar- me sonríe y se acomoda las gafas.

Arrastro mis pies haciendo un ruido molesto, pero no me importa, es tanto la flojera que siento mis pies desfallecer. Toco dos veces y cuando lo voy a hacer por tercera vez, la puerta se abre dejándome ver a un señor canoso de 60 años con una sonrisa impecable.

-Joven Gonzalo, buenas tardes, pase por favor- abre más la puerta y se hace a un lado para que pueda pasar, una vez dentro me siento en el sofá color beige y estiro los pies, espero a que el doctor cierre la puerta y se acomode en su escritorio, escribe unas cosas en su libreta y se levanta para ponerse en un asiento frente a mí- Vamos a comenzar esto ya, porque por lo que veo no tienes ni el más mínimo animo de estar aquí, lo que me hace decirte que por favor ponle ganas a estas citas, ya que el provecho va a ser mucho, ahora sí, ¿cuéntame cómo fue tu semana?- pienso un poco antes de responder.

-La misma mierda de siempre- suelto con brusquedad y de una me da mal genio- ¡siempre lo mismo, las medicinas que usted me mando solo me calman en el momento, y después pasadas dos horas todo se vuelve un lió otra vez en mi cabeza! ¿Sabe algo? Anoche tuve una pesadilla y se suponía que una de las medicinas no me hacía tener pesadillas, fue horrible, una chica monstruo demonio silueta me arranco la lengua, lo peor es que ahora que lo pienso y analizo el sueño, me doy cuenta de que todo lo que tengo mal en mi cabeza se reflejó en ese sueño, también lo de la chica, era muy hermosa y cuando iba a hablar, no podía porque se había tragado mi maldita lengua y eso siempre me pasa con chicas hermosas, mi lengua no funciona es como si me hicieran lo mismo que hizo mi sueño- me paso una mano por mi cabello y trato de tranquilizarme, de no perder los estribos, puede que no se vea tan grave mi comportamiento y pareciera que simplemente me estoy quejando, pero yo no mido la situación y en cualquier momento no sería completamente yo, sino uno de ellos y después llega esa sensación que no me deja hacer nada, no quiero recaer otra vez, quiero tener paciencia, he estado con miles de doctores ninguno pudo hacer algo para mejorarme, todos me decían eres único, a pesar de todo lo que tienes en tu cabeza, deberías estar orgullo de no estar muerto, muchas personas mueren en su adolescencia y tú ya la estas terminando ya vas a comenzar a ser un adulto, deberías estar orgulloso, ¿pero saben qué? Los odio a todos ellos, si me fue difícil en la adolescencia ¿se imaginan como será en esta eta en la que paso a hacer un adulto?

El tiempo pasa y ese señor no me dice nada que no sepa, después de haberle dicho todo lo que sentía, solo se limitó a decir que nada más debía esperar a que mi sistema se acomodara con las medicinas y que todo lo demás vendría por añadidura.


Llego a mi casa, el clima está más frió que de costumbre, preparo un poco de chocolate caliente y unas tostadas, me siento en el sofá y enciendo la televisión, paso los canales y no hay nada bueno que ver, hasta que llego a un canal donde pasan un programa de control de un aeropuerto de Colombia, el cual acostumbro a ver cada vez que puedo, lo dejo porque apenas está comenzando pero después de dos minutos, veo que es una capitulo que ya había visto más de seis veces, así que apago la mierda de televisión y más bien me concentro a comer mi cena, cuando ya casi acabo me doy cuenta de que algo comienza a ir mal conmigo otra vez y se de antemano que se aproxima un ataque de depresión.

°°°
Hola a todos quienes comienzan a leer la novela, bienvenidos, quiero con toda mi alma que les guste, daré tomo mi esfuerzo en cada capitulo.
¡Nos vemos en la siguiente entrada!

Besos. 

1 comentario:

  1. Pobre chico, ya se me ha partido el corazón.
    Me esforzaré para que no se me olvide recomendarte JAJAJA.
    Sigueee.

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